DUELO
Y MELANCOLÍA
Para
dar inicio me parece importante mencionar que las múltiples analogías del
cuadro general (duelo y melancolía), resulta ser coincidente, siendo siempre la pérdida de una persona amada, o de
una abstracción o ideal.
Las
múltiples analogías del cuadro general de la melancolía con el del duelo,
justifican un estudio paralelo de ambos estados. En aquellos casos en los que
nos es posible llegar al descubrimiento de las causas por influencias
ambientales que los han motivado, las hallamos también coincidentes.
Retomaré
la conceptualización definiendo duelo y melancolía, para una mejor análisis.
Duelo
podemos definir que, es la reacción a la pérdida
de un ser amado o de una abstracción equivalente (libertad, ideales). Puede
traer desviaciones de la conducta normal, pero aún así no es considerado un
estado patológico. Pues, se supera pasado cierto tiempo, y es dañino
perturbarlo. El trabajo del duelo, es un proceso intra-psíquico. Los rasgos que
muestra el duelo son: desazón profundamente dolida, cancelación del interés por
el mundo exterior, pérdida de la capacidad de amor, inhibición de toda
productividad. La inhibición y restricción del yo es la expresión de su entrega
total al duelo que no deja nada para otros propósitos e intereses. En el duelo
el examen de la realidad muestra que el objeto amado no existe y demanda que la
libido abandone todas sus ligaduras con el mismo.
Es
importante no considerar el duelo como estado patológico, y someter al sujeto a
un tratamiento médico, aunque se trata de un estado que le impone considerables
desviaciones de su conducta normal, se confía efectivamente, en que al cabo de
algún tiempo desaparecerá por sí solo.
En
el duelo, el objeto amado ya no existe más, y de él emana la indicación de
quitar toda la libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se opone una
comprensible resistencia. El hombre no abandona una posición libidinal, ni aun
cuando su instinto ya asoma. Esa repulsa puede alcanzar tal intensidad que
produzca un extrañamiento de la realidad y una retención del objeto por vía de
una psicosis alucinatoria de deseo. Lo normal es que prevalezca el sometimiento
a la realidad. Una vez cumplido el trabajo del duelo el yo se vuelve otra vez
libre y desinhibido.
En
cambio melancolía es el estado de ánimo
profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, pérdida
de la capacidad de amar, inhibición de las funciones y disminución del amor
propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones que el sujeto se hace
a sí mismo, y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo (el duelo
integra estos mismos caracteres, a excepción de la perturbación del amor
propio). La melancolía en algunos casos constituye la reacción a la pérdida de
un objeto amado. Pero la pérdida es de naturaleza más ideal. El sujeto no ha
muerto, pero queda perdido como objeto erótico. En otras ocasiones no se
distingue claramente que es lo que el sujeto ha perdido. En la melancolía
existe una pérdida de objeto sustraída de la conciencia.
En la melancolía el objeto tal vez no está realmente muerto,
pero se perdió como objeto de amor. Y en otros casos no sabemos con precisión
lo que se perdió. También, el melancólico puede saber a quien perdió, pero no
lo que perdió en el. Lo que refiere a una pérdida de objeto sustraída de la
conciencia, a diferencia del duelo, en el cual no hay nada inconsciente en lo
que corresponde a la pérdida.
Los dos procesos se caracterizan por una desazón
profundamente dolida, cancelación del interés por el mundo exterior, pérdida de
la capacidad de amar e inhibición de toda productividad.
Si analizamos cierta
comparación entre los aspectos de duelo y melancolía, podemos percatar lo
siguiente:
·
En el duelo, la
inhibición y falta de interés se esclarece por el trabajo del duelo que absorbe
al yo.
·
En la melancolía la
pérdida desconocida hace un trabajo interior semejante y será la responsable de
la inhibición.
·
El melancólico muestra una rebaja en su sentimiento
yoico (que falta en el duelo), un enorme empobrecimiento del yo.
·
En el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío.
·
En la melancolía, eso le ocurre al yo mismo. Se
humilla ante todos los demás, extiende su crítica al pasado.
La
melancolía toma una parte de sus caracteres del duelo, del proceso de la
regresión de la elección de objeto narcisista. La
identificación narcisista con el objeto sustituiría a la investidura de amor y
así puede persistir el vínculo de amor a pesar del conflicto con la persona
amada.
Por
último cabe mencionar que en la analogía con el duelo mueve al yo a renunciar
al objeto, comunicándole su muerte y ofreciéndole como premio la vida para decidirse, así disminuye cada uno de los
combates provocados por la ambivalencia, la fijación de la libido al objeto,
desvalorizándolo.
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Bibliografía
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S. Magliano, R. Ons, S. (2006) Placer y bien.
Editorial Biblos Intertextos. Buenos aires.
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